
Arquetipos del pasado: José
José fue el undécimo hijo varón del patriarca Jacob y el primero de Raquel. Cuando nació José, Jacob se propuso alejarse de su suegro y volver a la tierra de sus padres. Cuando estaban llegando a las inmediaciones, se enteró que su hermano Esaú se dirigía a su encuentro con 400 hombres (recordemos que Jacob compro la primogenitura por un plato de lentejas). Temiendo por la vida de sus hijos, Jacob los repartió entre sus madres (cuatro fueron las madres de los hijos de Jacob: Lea, Zilpa, Bilha y Raquel).
A Raquel y sus hijos los colocó en último lugar, algunos entienden que ese era el más seguro, puesto que eran los más jovencitos, otros encuentran en este dato algo más esotérico, puesto que fueron los últimos en mostrar reverencia a Esaú.
Establecidos en Canaán
Una vez establecidos en las tierras de sus antepasados, José, al igual que sus hermanos, se dedicó a la ganadería. Sin embargo, al parecer, su carácter más justo y juicioso no le permitía ser muy laxo, por lo que alguna vez dio malos informes de sus hermanos a Jacob, acarreándose la antipatía de sus hermanos. (Génesis 37: 2)
Quisiera que pausáramos aquí un momento, porque aquí podremos aprender algo, que muchas veces no tenemos claro:
Habitualmente, animamos a los niños y a los jóvenes a que no sean chivatos, a que tienen que ser leales y no dar a conocer lo que otros han hecho.
Pero en realidad lo que tendríamos que hacer es dedicarles el suficiente tiempo para enseñarles la diferencia que existe entre algo que a ellos les puede molestar, de una acción que pueda ser un mal o un peligro.
Un ejemplo fácil
A un jovencito le puede molestar que su hermano pequeño coja su regla para dibujar algunas líneas, pero eso no es nada malo. Pero si el hermano menor coge la regla para usarla como si fuera un camión arrastrándola sobre piedras o tierra, sí que es un mal, porque puede causar mellas en la regla e inhabilitarla.
Es importante que prestemos atención a las denuncias que nuestros hijos hacen de otros, para enseñarlos a discernir lo que es correcto de lo que no lo es. De lo contrario, pueden aprender a que lo correcto es ser encubridores de males, como pequeños hurtos, o el tontear con drogas. Incluso si les enseñamos a que no tienen que decir lo que otros hacen, tal vez puede que sean abusados y no se atrevan a contarlo. Escuchemos siempre a nuestros hijos.
Puedes leer este post sobre ello:
https://www.lolacampos.com/abusos-sexuales-protege-a-la-infancia/
Los sueños de José
José comenzó a tener sueños, que no eran difíciles de interpretar, y que parecían señalar a que sería un ser poderoso, incluso delante de sus hermanos mayores, lo cual le atrajo aún más el rencor de sus hermanos.
Después José tuvo otro sueño, por el que Jacob lo reprendió, pues entendió que hasta el propio Jacob, e incluso su madre, se inclinarían ante él. (Génesis 37: 9-11)
Cabe decir que para cuando José tuvo estos sueños, su madre Raquel hacía ya mucho que había muerto, en el parto de su hermano Benjamín. Por lo que posiblemente este sueño que Jacob interpretó como que él y la madre de José se inclinaban ante él, no se refiera literalmente a Raquel, o al menos no físicamente.
Pero lo que aquí nos interesa es que los sueños que tengamos, que todos tenemos sueños y deseos que cumplir, no es apropiado contarlos a todo el mundo, pues pueden bloquearlos aun sin proponérselo. Los sueños e ilusiones solo se cuentan a las personas apropiadas en el tiempo apropiado.
Odiado por sus hermanos
Después de estos sueños, el rencor de sus hermanos para con José era cada vez más grande, por lo que un día, cuando lo vieron acercarse, tramaron su muerte. Finalmente lo vendieron como esclavo a una caravana de ismaelitas (descendientes de Ismael, el hijo que Abraham despachó junto con su madre Aggar). Puedes leerlo en el capítulo 21 de Génesis.
José fue llevado a Egipto y comprado por un poderoso hombre, con el tiempo, y gracias a la laboriosidad y la honorabilidad de José, estuvo a cargo de toda la casa de Potifar, su amo.
Pero José, además de trabajador y honorable, era apuesto y la esposa de Potifar se encapricho de él, por lo que lo acosaba, hasta tal grado que un día trató de obligarlo por la fuerza a estar con ella, por lo que José salió corriendo. (Génesis 39: 7-11)
Castidad
Hoy la castidad no es un valor muy en alza, como tampoco lo fue en el pasado, según ciertas culturas. Sin embargo, es de notar que en el tiempo de José, que aún faltaban cientos de años para que se decretaran los 10 mandamientos y se estableciera el pueblo de Israel, llama la atención las palabras de José, registradas en Génesis 39: 9: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”
Aunque José había reconocido que le debía fidelidad a Potifar por la confianza que había depositado en él, José pensaba que aquel acto sería pecar contra Dios.
Si aún no estaba constituida la nación de Israel y aún no se habían decretado los diez mandamientos, es fácil deducir que los antiguos patriarcas tenían información privilegiada que solo compartían con sus hijos y que posiblemente les ayudara a comprender las muchas leyes que se decretarían en el futuro. Ejemplos podrían ser qué prácticas sexuales debían evitar, la inmundicia por el derramamiento de semen, de manera impropia, y la ley del casamiento entre cuñados, que claramente parece proteger la heredad de cada tribu.
También parece ser claro que se quería preservar la simiente, por eso el registro genealógico que llevaban de cada tribu.
José encarcelado
Acusado falsamente por la esposa de Potifar, José fue ingresado en prisión, pero también allí demostró ser industrioso y confiable, por lo que pronto el oficial principal de la cárcel puso a José como encargado de todos los presos.
Un tiempo después, dos nuevos presos entraron en prisión: el copero y el panadero del faraón. Éstos tuvieron sueños que pusieron en conocimiento de José y este interpretó con gran pericia.
Dos años después, José, dando la honra a Dios, pronostica lo que quieren decir los sueños del faraón. Para lo cual, cuando fue llamado por éste, José se afeitó (en aquella época todos los hombres de las tribus de los antiguos patriarcas eran barbudos). Así pues, José se afeito y cambió sus ropas. Es decir, se acomodó a las costumbres del faraón.
¿Y por qué recalco esto? Pues porque Egipto, para las religiones basadas en la Biblia y en la Tora, representa lo mundano, lo peor. Pero recordemos que en más de una ocasión los Elegidos han sido protegidos allí. Sabemos que los padres de Jesús también fueron a Egipto para proteger al niño de Herodes.
Como vemos, José sacó partido de Egipto, incluso se casó con la hija del sacerdote de On.
La gran hambre
La gran pericia de José fue comprar a buen precio y guardar en tiempo de mucha producción. Resultó que cuando vino la gran hambre, no solo comieron los egipcios, si no que vendieron a personas de toda la tierra (Génesis 39: 57)
Esta es una de las principales enseñanzas de todo gurú del crecimiento económico, amasar cuanto puedas en época de bonanza, pero no para tener una casa más grande y coches lujosos y toda clase de caprichos, sino para reinvertir y adquirir bienes que te generen ganancias pasivas.
Perdón y reconciliación
También la familia de José viajó hasta Egipto para comprar provisiones. José fue capaz de reconocer a sus hermanos, pero estos no reconocieron a José. Después de ser sometidos a interrogatorios y pruebas, José se dio a conocer a sus hermanos e hizo que trajeran a toda la familia para acomodarlos en Egipto. (Podéis leer este apasionante pasaje en los capítulos del 42 al 45 de Génesis).
Estamos buscando en este relato ejemplos guiadores de los que sacar alguna lección para nuestra vida. No estamos analizando las posibilidades que había de que unos compradores de grano extranjeros fueran a parar ante el segundo en poder de Egipto, que era una gran metrópoli.
Las lecciones de estos cuatro capítulos
De este relato aprendemos lo importante que es el perdón. Perdonar nos libera a nosotros mismos del rencor y nos permite vivir en paz y ser felices.
Otra cosa es la reconciliación, y en este relato se nos muestra que solo después de que José se convenció del cambio de actitud de sus hermanos, fue cuando se dio a conocer, y les preparó un lugar para la familia en Egipto.
Recapitulemos
- No tenemos que ser chivatos, pero tampoco encubridores, aprendamos a diferenciar lo que a nosotros nos molesta de lo que es una injusticia o un mal.
- Nuestros sueños e ilusiones son nuestros. Solo se compartirán en el momento apropiado y a las personas apropiadas.
- Seamos discernidores con la elección de pareja, sabiendo que los hijos que nazcan llevaran su código genético.
- Acostúmbrate a las normas del país, sin renunciar a tus raíces. Acepta otros puntos de vista. José se casó con la hija de un sacerdote egipcio y sus hijos Manases y Efraín fueron parte de las tribus de Israel.
- Cuando estés ganando mucho, no malgastes, ahorra e invierte en cosas seguras.
- Perdona siempre, reconcíliate solo si tienes garantías.
Muchas gracias por tu atención.
Si has leído los capítulos en la Biblia me gustaría saber qué otras lecciones has encontrado.
NOTA: La imagen que encabeza este post es El faraón de Egipto les da la bienvenida a José y los hebreos (acuarela de James Tissot).

Bellamorfosis para vosotros

Perseverancia, arquetipos del pasado: José (2ª parte)
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