agradecimiento
Reflexiones

El bienestar y el agradecimiento

En diferentes situaciones ya hemos hablado del agradecimiento y de que los buenos sentimientos que experimentan las personas agradecidas contribuyen a que tengan mejor salud, a enfrentar mejor las dificultades y forjar amistades más duraderas.

En esta vida disfrutamos de abundantes cosas de las que ni siquiera somos conscientes, y de vez en cuando pasa algo, a gran escala, que de repente nos demuestra el bienestar que hemos tenido y no hemos apreciado, además de poner al descubierto la clase de persona que somos.

El agradecimiento

Nuestros sentimientos son un fiel reflejo de nuestros pensamientos, y nuestras actitudes son un fiel reflejo de nuestros sentimientos, por lo que independientemente de la imagen que queramos mostrar, nuestra actitud pone en evidencia qué tipo de pensamientos tenemos.

La persona que tiene una actitud agradecida, no espera que a ella se le dé un trato especial, no siente envidia ni es recelosa de lo que otros consiguen.

Seguramente seremos agradecidos si centramos nuestros pensamientos, como dice Filipenses 4:8, en las cosas amables, de buena reputación, justas, castas, cualquier virtud que haya, cualquier cosa digna de alabanza.

Es decir, si nos centramos en las cosas positivas y pasamos por alto las deficiencias o equívocos de nuestros semejantes, o como mucho los tomemos de referencia para saber qué cosas no queremos practicar, porque se causa daño con ellas.

El COVID-19 nos pone al descubierto

Que durante esta pandemia muchas cosas se han hecho mal, es cierto, que muchos tratarán de sacar provecho, pues también. Pero si algo ha puesto de relieve esta pandemia es que la humanidad, toda en general, somos buenos, que tratamos de ayudarnos unos a otros y que las voces discordantes son las mínimas.

Todos a una

En España, al igual que en la mayoría de países, se decretó el estado de alarma y todos los poderes públicos pasaron a estar directamente bajo las órdenes del gobierno central. De esta forma, tanto el ejército, como la policía, la guardia civil y otros cuerpos, comenzaron a desempeñar trabajos no habituales en sus quehaceres cotidianos, como la limpieza y desinfección de lugares públicos y privados. Las primeras tres semanas fue un trabajo titánico, donde se enfrentaron a situaciones muy desagradables.

El ejército y la UME

El enorme esfuerzo de limpiar, durante interminables horas, con productos peligrosos, les causaba malestar físico. El entrar a limpiar geriátricos, donde algunos ancianos compartían habitación con muertos, porque las circunstancias habían superado cualquier cosa que se pudiera pensar, el tener que manipular cadáveres y ver a los ancianos expuestos a dicha situación, les causaba dolor emocional.

https://elpais.com/espana/2020-04-04/un-ejercito-para-exterminar-el-coronavirus.html

Personal sanitario

El 14 de marzo se decretó el estado de alarma, y para entonces el personal sanitario ya sabía que se enfrentaba a un monstruo invisible. Tan solo diez días después, el 12% de los sanitarios estaban contagiados, por lo se reclamó la presencia de los médicos jubilados y se ofreció trabajo a los estudiantes de último curso de medicina

https://www.heraldo.es/noticias/nacional/2020/03/20/coronavirus-madrid-podra-incorporar-ya-a-estudiantes-de-ultimo-curso-de-medicina-y-enfermeria-1364910.html

Algunos de estos profesionales, después del duro trabajo, no entran en sus casas por no exponer a su familia a un posible contagio, por lo que han optado por quedarse en el garaje u otros sitios y no ven a sus familiares. Cualquier agradecimiento se quedaría corto.

¿Qué hacer?

Mientras tanto, la población civil toma iniciativas. Desde el día 1, algunos vecinos que tienen en sus comunidades personas con necesidades especiales se ofrecen para hacerles la compra o atenderlos en lo posible. Algunos con impresoras 3D fabrican pequeñas herramientas que puedan ayudar en algún sector, como pequeñas mamparas y diversos objetos. Algunas mujeres se han organizado para coser mascarillas u otros enseres que ayuden a su prójimo. Se escriben cartas de apoyo y poemas. Los filósofos nos ponen a pensar.

Los deportistas

Quienes solían practicar deporte al aire libre, y ahora están confinados en su pequeño apartamento, suben vídeos mostrando cómo es posible estar en casa y hacer ejercicio. Animándonos, además, a quedarnos en casa.

Los jóvenes y los niños

Rápidamente este sector de la población se puso manos a la obra, dibujando arco iris, que colgaban en las ventanas y balcones. También se han organizado para seguir con la rutina de sus estudios, que los profesionales de la educación han diseñado un poco a salto de mata, para que se pueda finalizar el curso de una manera óptima. Y esto también es para enviarles un agradecimiento.

Recuerdo el día que llamé a una de mis nietas mayores y como respuesta me mandó un WhatsApp diciéndome “yaya estoy en un examen on-line”. Me la hubiese comido a besos. Yo preocupándome por una situación tan difícil para los jovencitos y ella toda responsable, atendiendo a sus obligaciones como un adulto maduro.

Los padres

También este sector está padeciendo lo suyo y haciendo una excelente labor, dejando que su vivienda se convierta en un parque de juegos. Además, se han convertido en profesores que supervisan las tareas escolares de sus hijos. También, de una manera especial, explican a los más pequeños lo que sucede y lo que están haciendo los demás por ayudarnos. Esto hace que los menores entiendan porqué no pueden salir, incrementa la confianza en sus vecinos y demás personas que velan por nuestro bienestar, haciendo niños más positivos, agradecidos y felices.

Todos, todos, todos.

Seguramente nombrar a todos los que de una manera u otra nos están ayudando seria tarea imposible. Desde los cantantes que graban sus canciones y las cuelgan, al igual que los músicos, que nos agasajan, hasta los agricultores, que se ofrecen con sus tractores para desinfectar las calles, pasando por quienes sí que tienen que salir a trabajar, porque su trabajo es de necesidad, como por ejemplo los transportistas, los dependientes de supermercados u otros establecimientos, mientras sus hijos están solos en casa… Tantas y tantas personas nos están sirviendo, que es casi imposible de imaginar y ofrecer agradecimiento.

Una anécdota al azar

Me contó una persona muy querida por mí, que después de 18 días de encierro necesitaba ir a la compra. Fue al establecimiento que tenía costumbre, pero el aforo estaba restringido, por lo que tuvo que esperar para poder acceder al interior. A la entrada se le facilitó guantes y gel desinfectante.

Ella conocía a algunos de los trabajadores de allí y sabía que tenían niños de tierna edad. Pensaba para sus adentros lo duro que sería después de haber estado expuesto, durante todo el día, a las personas que por allí pasaban, llegar a casa con la incertidumbre de si estaría contagiado, a pesar de que usaban guantes, mascarillas y procuraban guardar las distancias reglamentarias.

Cuando finalizó la compra pagó y le dio las gracias al dependiente, haciéndole notar lo que apreciaba el trabajo que ejecutaban. Al cajero se le llenaron los ojos de lágrimas, señal inequívoca del esfuerzo que suponía su trabajo en aquellas condiciones, y el que alguien lo reconociera le emocionaba.

Arco iris y aplausos

Ante el buen hacer de todos estos profesionales, la población civil recluida en sus casas tiene pactada una hora para salir a las ventanas y balcones para aplaudir, como muestra de agradecimiento, para todas aquellas personas que están trabajando duro, mientras que los demás, lo único que tenemos que hacer es privarnos de salir de nuestros hogares.

Voces discordantes   

Pero como siempre, y en todas las situaciones, encontraremos voces discordantes. Te citaré la de una mujer política, que dijo algo así como que no teníamos que aplaudir al ejército, ni a la policía, porque cobraban por el trabajo que hacían.

O el de algunos vecinos, que cuando la alcaldesa de mi pueblo posteó el agradecimiento a una empresa que había donado cierta cantidad de mascarillas, que se habían hecho llegar a un organismo de salud para que dispusieran de ellas, se quejaron diciendo algo así como que a ver cuándo les facilitaban mascarillas a ellos.

Compara

Y.. ¿por qué darte ahora estos ejemplos de voces discordantes, después de hacerte notar los buenos ejemplos de más arriba? Pues simplemente para que comparemos.

Piensa, en mi pueblo algunas mujeres se han organizado para coser mascarillas, otra protesta porque a ella no le han dado, y como piensa que tiene derecho, inunda las redes sociales con reclamaciones.

Es decir, aparte de los que trabajan por obligación, prestándonos un servicio que nos puede salvar la vida, están tres tipos más de personas. Las que según sus posibilidades tratan de ayudar a otros, por medio de hacer cosas voluntarias, los que tratan de crear el menos trabajo posible y mantienen a su familia en buen estado, y los que protestan por todo y envenenan el estado emocional de otros, haciéndoles creer que los tienen desatendidos.

¿Quiénes de esas personas crees que son más felices? ¿Quiénes de esas personas crees que son más provechosas para la sociedad? ¿Si tuvieras que enfrentar una situación difícil en tu vida a cuál de ellas preferirías tener cerca?

Prestemos atención

Por eso prestemos atención a nuestros pensamientos, a nuestros sentimientos y a nuestras acciones. Convirtámonos en las personas, que nos gustaría tener junto a nosotros en caso de crisis, hagamos un ejercicio de agradecimiento. Seremos mejores personas y mucho más felices.

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