
Depresión posparto
Hoy quiero tratar un tema que puede resultar muy serio si no se trata correctamente, la depresión posparto, a raíz de una conversación que tuvimos con un doctor de confianza.
En dicha ocasión, cuando acompañaba a mi esposo a la consulta del traumatólogo después de haber sido operado, el doctor recibió y atendió una llamada, mientras estaba atendiendo a mi esposo. La llamada era de su esposa, también médico de otra especialidad y que trabajaba en un hospital diferente al que nos encontrábamos en ese momento. Aunque solo oíamos lo que él decía, pudimos hacernos una muy fiel idea de lo que pasaba entre ellos, uno de esos temas domésticos relacionados con los hijos. La conversación que se mantuvo ante nuestra presencia (debido a la confianza mutua), aunque cordial, tenía esa chispa de crispación de quien no termina de compartir el punto de vista del otro en algún asunto.
Cuando colgó el teléfono, nos miró y exclamó: “¡Todas las mujeres están locas, su sistema hormonal las enloquece a todas!” y pasó a explicarnos el asunto que les preocupaba.
Cuento esta jocosa anécdota solo para que tengamos en cuenta que el sistema endocrino de cualquier ser vivo está en constante movimiento, según los estímulos internos y externos que reciba y según su prolongación en cantidad y tiempo.
Tener en cuenta esto cuando vamos a hablar de la depresión posparto es muy conveniente, porque en muchas ocasiones solo tenemos en cuenta lo que sucede en el organismo físico y psíquico de la mujer después del parto. Sin embargo, debemos tener en cuenta que para entonces ella ya está sufriendo cambios desde hace unas cuarenta semanas, lo cual le ha producido ya un gran desgaste.
Concepción
Incluso antes de que sepas que has concebido, tu sistema endocrino ya está actuando diferente. Físicamente puedes experimentar ciertos trastornos que pueden incidir en tu respuesta a las tareas cotidianas. Hablamos de las náuseas matutinas, la sensación de cansancio y sueño, inflamación de los senos, rechazo de algunos alimentos, cambios de sueño etc.
Para el segundo trimestre, el aumento de peso y los cambios físicos ya se hacen visibles. Además pueden aparecer estrías, cambios en la pigmentación de la piel y en algunas mujeres tal vez la aparición más abundante de vello. El 50% de ellas, según algunas informaciones, padecerás varices, no solo en las piernas, si no en sus partes íntimas también. Suelen aparecer los calambres y el cansancio. Comienzan los movimientos fetales y la incomodidad para dormir.
Durante el tercer trimestre, la espina dorsal de tu espalda se habrá modificado para adaptarse a tu nuevo volumen y peso. Los órganos internos se recolocan para hacer sitio a la nueva criatura, lo que producirá dificultades respiratorias. También el corazón está más oprimido. Todo el cuerpo de la mujer se trasforma, siendo en la mayoría de las veces molesto y cansino. Incluso, en otras ocasiones, doloroso a nivel físico.
En la página 91, en el capítulo IX de la segunda edición de mi novela ‘Todos los hombres de Carmen’(*) se cuentan algunos de estos síntomas.
Psicológicamente
Estar embarazada te hace oscilar cíclicamente, y algunas veces en muy poco tiempo. Se va de un estado de ánimo a otro, pasando de la felicidad de saber que le vas a dar la vida a un nuevo ser humano, al miedo a no ser capaz de esa gesta; de la ilusión de prepararlo todo, al temor de no tener y ser suficiente; de querer seguir siendo la misma en tu trabajo y en tu rendimiento y el temor a lastimar a la criatura y el ver que todo te cuesta más.
Algunas veces te sientes sola, la responsabilidad es muy grande y para siempre. Cierto que es hijo de los dos, pero algunas veces sientes que tienes una responsabilidad extra. Él sigue manteniendo su cuerpo, mientras que el tuyo ha cambiado, él sigue durmiendo y tú no encuentras la postura y un largo etcétera de cosas que en ti han cambiado y en él siguen igual.
Algo que afecta a muchas madres es el miedo a no ser una buena madre, hasta el punto que esa inseguridad las bloquea.
Recuerdo con especial cariño cuando una mujer, a la que amo de manera especial, le dijeron que llevaba gemelos. El miedo a no ser una buena madre se le disparó. Tenía pesadillas en la que le daba el pecho dos veces al mismo niño y al otro lo dejaba sin comer porque no era capaz de distinguirlos. El mismo sueño era en cuanto a cambiarle los pañales, lo hacía dos veces al mismo y el otro se quedaba sucio. Claro está que eran sueños, pero a ella le angustiaban mucho. Otra mujer se sentía tan cansada, que soñaba que su hijo lloraba y que ella no tenía fuerza para cogerlo y consolarlo. Esto también causa agotamiento psíquico.
El parto
Pues bien, después de estas cuarenta semanas de cambios, preparativos y emociones, llega el deseado día de conocer a la, o las, personas más importantes de la vida de una mujer. Llega el día del parto.
El parto es algo natural. Yo fui madre muy joven y recuerdo que algunas vecinas bien intencionadas se compadecían de mi diciendo: “Qué lástima, pobrecita, tan joven y que tenga que pasar ese trago!” A lo que mi madre, muy valiente y que había parido tres veces, me explicaba: “No tengas miedo el parto es algo natural y todos los mamíferos lo hacen, desde los más grandes hasta los más pequeños, y todos son capaces de sacar adelante sus crías“. Lo cierto es que yo no tenía miedo, estaba tan preparada que en aquellos días yo hubiese sido capaz de atender un parto. Lo cual no quita para que el esfuerzo de dar a luz sea muy importante.
Contracciones de parto

Las contracciones comienzan horas antes del parto, en algunas ocasiones días antes. Son rítmicas y graduales, aunque cada vez el tiempo entre una y otra se acorta y el dolor se incrementa. Las contracciones provocan que los vasos sanguíneos que irrigan el útero se vacíen de sangre, lo que produce que el tejido uterino se quede sin oxígeno y produzca el dolor.
La duración del parto algunos lo calculan entre 8 a 15 horas con contracciones que oscilan entre tres y cinco minutos, cuyo esfuerzo es similar a correr un largo maratón. Por fin llegas a la meta y llegas a ver a la personita que durante tanto tiempo ha cambiado tu vida. Ya nunca volverás a ser la misma, ahora eres MADRE, el mejor título del mundo. Ahora tienes sobre tu pecho el amor más puro del mundo y las palabras no llegan para poder explicar que es tener un hijo.
Las visitas posparto
Las visitas a la madre para darle la enhorabuena y para conocer a la nueva criatura son normales en casi toda cultura. Normalmente estas visitas llegan con un presente para la madre o para el nuevo ser. Pero la madre acaba de hacer un gran esfuerzo y no siempre se encuentra en condiciones para recibir visitas. Por no hablar de que éstas les cuenten cómo vivieron ellas ese trance, pues normalmente cuentan que su parto fue más duro, más doloroso, más traumático, más de todo. Por lo que la nueva madre se encuentra en inferioridad. Sería lo que podríamos llamar el síndrome del “Yo más”.
Seguramente al llegar a casa la madre reciba algunos cuidados, pero eso solo dura unos días. De repente se encuentra sola, con una criatura que dependerá de ella por mucho tiempo, y ella se encuentra cansada y triste.
Llega la depresión posparto
Como vemos, la depresión posparto puede ser un cúmulo de actividad que se ha estado produciendo en nuestro cuerpo y en nuestra psiquis durante largo tiempo. E ahora, en el posparto, cuando descienden de repente las concentraciones de estrógenos y progesterona que aumentaron en el embarazo, afectando nuestro estado de emocional.
Normalmente en un par de semanas la nueva madre superará todo esto por sí misma, pero algunas veces se puede caer en un cuadro más severo y necesitará atención médica, a la cual vale la pena acudir antes que después. Se han dado casos de familiares bien intencionados que han pretendido ellos solos bregar con el asunto, lo que ha dado pie a depresiones más severas y de larga duración. Incluso puede alterar el establecimiento de lazos afectivos entre la madre y la nueva criatura, lo cual repercute en las habilidades cognitivas de dichas criaturas.
Recomendaciones para afrontar el posparto
- Descansa todo lo que sea conveniente.
- Mantén una alimentación nutritiva y sana.
- Si sientes ganas de llorar no te reprimas, pero tampoco entres en un bucle de tristeza.
- Acude al médico tantas veces como consideres necesario.
- Busca ayuda, tanto en el cuidado del bebe como en el resto de las tareas, sobre todo con los familiares más próximos.
Y por supuesto, siéntete libre de escribirme a lolacampa001@gmail.com . Puedes contarme tu experiencia sobre el posparto (si la has tenido o no), hasta puedes mandarme una foto de tu bebe, ¡me encantará verlo!
Gracias por tu atención.
(*) Puedes adquirirlo AQUÍ.

Trabajar en ti

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