El arte de disfrutar de la vida
Vivir la vida es mucho más fácil de lo que la mayoría de la humanidad cree, lo que sucede es que desde un principio nos empeñamos en llevarle la contraria. La mayoría de los guías espirituales, psicólogos, gurús, etc., están de acuerdo en que para disfrutar de la vida tienes que hacer dos cosas: soltar y fluir, pero… ¿cómo se hace eso?
Según un informe de la cadena SER, España es uno de los países, más longevos del globo, situándose su esperanza de vida en 85 años. Bueno, esto que parece una noticia estupenda, y ciertamente lo es, tendría que servir para darnos una sacudida de atención.
Debes entender que esta sacudida es para que aprendamos a disfrutar de la vida, no para que nos amarguemos por las veces que nos hemos equivocado, pues eso sería una nueva equivocación y esas amarguras son las cosas que hay que soltar.
Cada vez, uno menos
Esto es, cuando tenemos un hijo es como traerlo con un determinado, número de años a este mundo. Cada vez que celebramos un cumpleaños, estamos celebrando que él alcanza grados de autonomía, se está haciendo mayor, y nos llena de orgullo y de satisfacción. Después, durante nuestra adolescencia, a nosotros mismos nos pasa algo similar, nos sentimos importantes por hacernos mayores, cumplir años es todo un logro en sí mismo, incluso se nos recompensa por ello, en forma de regalos, y nos sentimos importantes.
Pero de repente, un día nos damos cuenta, que lo que sucede, es que cada vez tenemos menos de esos años que se nos dieron al nacer y te das cuenta que te quedan tan pocos… De pronto piensas que lo más importante en esta vida no son los años que te dan, si no que te digan cómo invertirlos para que sean una fuente de regocijo, porque ser, son los que son.
Ejemplo:
Nuestros años de vida son como si se nos proporcionara una parcela, un terrenito, pero nadie te dice nada. Entonces, las malas hierbas que arrastra el viento se arraigan en ella, y tienes una parcela fea y enmarañada. Pero si junto con la parcela te dan preciosas semillas, te enseñan a cultivarlas y además te dicen que el viento te traerá malas hierbas que tendrás que desarraigar, el mismo terrenito puede ser un precioso y fructífero jardín, donde crezcan lindos árboles y aromáticas flores.
Si la vida te da limones…
“Si la vida te da limones hazte una limonada“, eso es fluir y eso es lo que más nos cuesta a los humanos de aprender. No queremos adaptarnos a las circunstancias, queremos que las circunstancias se adapten a nosotros y eso no sucede.
Está comprobado que ante un desastre, quienes sobreviven no son los más fuertes, ni los más inteligentes, sino quienes más se adaptan.
Los limones para la limonada
Aquí en España, donde resido, a finales de junio se celebra en fin de curso escolar, y en algunos de los colegios se organizan cenas a las que acuden todos los miembros de las familias, con bocadillo que se traen de casa y el colegio paga los refrescos, los cacahuetes y las aceitunas. Es una noche de hermandad donde profesores, alumnos, padres, abuelitos… todos disfrutan en armonía.
Pero esto es limón para algunas mamás que tienen niños pequeños que temen que se pierdan por el jardín, que rompan algo o que ensucien y tiene que andar toda la noche vigilando, después de la dura jornada de trabajo, para después llegar a casa con los niños sucios, ellos cansados y uuff! al día siguiente tienen que volver al trabajo.
Yo vivo en Valencia, bella zona del litoral Mediterráneo, con hermosas playas de fina arena, donde muchos pueblos en verano organizan cine al aire libre, sobre la arena de la playa, montan grandes pantallas y quien quiera puede ir con sus hamacas, sus bocadillos y sus refrescos. Es ideal, pero claro, se convierte en limón, porque los niños corren, el viento levanta la arena, cuando llegas a casa, por mucho que te hayas sacudido, vas cargado de arena.
Es decir, existen personas que no son capaces de disfrutar de nada, los niños no tienen que correr, no tienen que gritar, no tiene que sacar trastos. Si van a la playa, el sol no tiene que quemar, el viento no tiene que levantar arena, en el mar no tiene que haber algas.
Fluye
Fluir es dejarte llevar, disfrutar de lo que tienes, de lo que puedes, en el momento presente. Disfrutar de la vida, en definitiva. Yo suelo ir a muchos seminarios, y a muchas conferencias. Recuerdo que una vez en una de esas reuniones, donde las personas pretenden ser demasiado esotéricas, la persona que dirigía el seminario, nos pidió que cerráramos los ojos y nos imagináramos que estábamos en algún sitio ideal, una región idílica, donde nos sintiéramos en paz y armonía, podía ser una playa, un bosque, un río, algo que nos trasportara a la paz interior.
Yo me imaginé en una playa, la que iba siempre con mi familia, tumbada sobre mi hamaca, con el murmullo del mar cuando las olas se acercan, como exclamando profundamente asombradas un largo y profundo, “OOOHHH” y después en un siseo se deshacen sobre la fina arena. El sol caía sobre mí a bocanadas, siendo espantado por la suave y húmeda brisa marina, de fondo oía el golpeteo de alguien que estaba jugando al pin-pon, en la orilla de la playa.
De pronto, los pasos presurosos de unos niños corriendo y sus risas, sus pies levantan a su paso una estela de arena que el viento empuja sobre mi masajeándome como con diminutas agujas, las voces de la conversación de los amigos que han venido conmigo suenan como si estuvieran lejos, entre ellas, de vez en cuando, la de mi querido esposo. Y yo sé que todo está bien.
Jajaja, ¿a que no te imaginabas que algo así te pueda proporcionar paz? Pues depende de cómo lo vivas. Unos niños corriendo y riendo que levantan arena, son FELICIDAD, vívelo así. La arena golpeándote es simplemente un masaje yodado y con vitamina D, buenísimo, vívelo.
Marta y María
El mejor ejemplo en cuanto a fluir y disfrutar de una situación es el relato que se encuentra en el evangelio de Lucas 10:38-42 donde cuenta que dos hermanas reciben en su casa a un importante maestro y mientras una se ocupa de preparar muchas cosas para agasajarlo la otra disfruta de su compañía y aprende de sus enseñanzas. Imagínate, cuando el invitado parta, una de las hermanas estará cansada y malhumorada y la otra será más feliz y más sabia.
¿Qué podemos hacer?
Entonces ¿qué hacer cuando tenemos un invitado al que queremos agasajar, pero no queremos perdernos su compañía? Pues si está en tu mano, simplemente encarga la comida para que te la preparen y te la traigan a casa. En caso de que tu economía no te lo permita, pídele el favor a un familiar o amigo que te la prepare, pero en su casa, para que no se pringue tu cocina. Incluso puedes salir a pasear con tu invitado por un jardín cercano mientras tu familiar o amigo organiza la mesa y te deja la comida en la cocina para que la sirvas al llegar.
Los amigos son el tesoro más grande que tenemos, úsalo cuando lo necesites, increméntalo siempre.
Disfruta las cosas como son
Intenta disfrutar de la vida y de cada etapa. Recuerda que aunque te equivoques o te arrepientas no puedes volver atrás, así que no vale la pena flagelarte. Aprende las lecciones y a partir de hoy y tan solo por hoy vive disfrutando de tus circunstancias. Si hace sol, pasea, seca la ropa al aire. Si llueve expón las macetas que tienes a cubierto para que se rieguen ellas solas, sal a pasear, ponle botas a tus hijos para que pisen charcos, no pasa nada si se mojan, si es en una zona donde no hay peligro déjales que tiren guijarros sobre los charcos.
Así que relájate y disfruta de la vida. Si te invitan a una cena por la noche en un sitio donde te da miedo que se pierda tu hijo, pregúntate en los últimos cinco años, ¿cuántos niños se han perdido aquí? Si tienes una respuesta razonable para tus temores actúa en consecuencia, pero lo cierto es que esos miedos casi siempre son escusas para no salir de nuestra zona de confort.
Evidentemente esto no quiere decir que no tengas que supervisar a los niños. Los tienes que supervisar sin incomodarlos, les tienes que dar pautas respecto a su comportamiento, pero si los niños están bien entrenados, serán las mínimas que surjan, por alguna situación que sea nueva para ellos.
Es decir, si tus hijos de normal saben que los papeles y restos de cualquier tipo se depositan en la papelera o te los tienen que dar a ti, no te verás en la afrenta de que los tiren por el suelo. Si tus hijos ya saben que las plantas se respetan, no te verás en la afrenta de que rompan algún arbusto (aunque te digo por experiencia que a todos los niños pequeños les encanta cortar flores para sus papis, tengo siete nietos y todos, todos, han pasado por esa fase, si están rodeados de flores)
Disfrutar de la vida
Acudid a todos los eventos que podáis con vuestros hijos, disfrutad y dejadlos disfrutar de la vida. Recordad vuestra propia infancia, tratad de comprenderlos, dadles pautas de comportamiento y de respeto por los demás, pero dejadles jugar y correr. La infancia pasa muy rápidamente y, aunque cuando lleguéis a casa estéis cansados, pensad que es ahora cuando estáis criando niños, dentro de nada se les acabará la infancia.
Para todos
Me centro en los padres porque pienso que los niños agotan especialmente, pero estos consejos los puedes acoplar a cualquier situación y edad. Por las redes sociales circula un post que dice “Disfruta del día de hoy porque nunca volverás a ser tan joven” y es cierto, tengas la edad que tengas, nunca volverás a ser tan joven, por lo tanto disfruta tanto como tus circunstancias te lo permitan. Si llueve, del agua, y sí hace buen día, del sol.
Sé feliz.
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