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Reflexiones

Hablar de forma eficaz

Es algo que nos resulta difícil eso de hablar de forma eficaz, porque las personas adquirimos el habito de usar muletillas o palabras mal sonantes para expresarnos, hábito que está ampliamente aceptado. De tal forma, que hasta personas que su medio de vida es la comunicación, como pueden ser locutores o periodistas, hacen uso de estas formas de expresión – aunque lo hacen de una manera puntual y por tratar de ser o parecer más cercanos-.

En cambio, para otras personas las palabras mal sonantes han llegado a ser tan habituales en su forma de expresarse, que en realidad no saben ya transmitir lo que quieren decir o expresar. Equivocadamente piensan que los demás entienden sus sentimientos cuando ellos hablan de esta forma, lo cual es un error.

Ejemplo: hablar de forma eficaz en un conflicto

Vamos a usar un ejemplo para ilustrar cómo las personas estamos muy lejos de hablar de forma eficaz.

Para este ejemplo vamos a usar la figura de dos hermanos, un varón y una hembra, pero se pude transpolar a cónyuges, compañeros, amigos etc.

Los hermanos están discutiendo porque los dos quieren usar algo al mismo tiempo, el varón frustrado insulta a la chica, ella responde.

-Eres un imbécil, gilipollas, eso vas y se lo dices a tu novia, so guarro.

hablar mal

Evidentemente, todo lo que se ha dicho antes de esta frase no ha sido nada fino y seguramente ha ido caldeando el ambiente hasta que el hermano ha disparado el insulto que ha propiciado esta frase desafortunada. Es decir, antes de esto ya se tenía que haber analizado el cómo nos estábamos expresando y porqué. A partir de ahora en la discusión sólo habrán frases que el receptor tomará con dolor, pero sin ser capaz de reconocer los sentimientos del transmisor.

Reflexionemos

-Eres un imbécil, gilipollas, eso vas y se lo dices a tu novia, so guarro.

Si cambiáramos el “eres un imbécil” por  “no está bien que digas eso“, el “gilipollas” por “y menos a mí, que sabes que es un problema que me está costando superar“, y lo de “eso vas y se lo dices a tu novia” lo sustituimos por “es una falta de respeto y te puedes cargar una relación que aprecies mucho” y lo de “so guarro” por “tienes que prestar más atención a cómo canalizas tu frustración, porque esas expresiones te hacen desmerecer“…

La oración quedaría así

-No está bien que digas eso y menos a mí que sabes que es un problema que me está costando superar, es una falta de respeto y te puedes cargar una relación que aprecies mucho, tienes que prestar atención a cómo canalizas tu frustración, porque esas expresiones te hacen desmerecer.

Jajaja, menudo discurso ¿verdad? Pero desencajarás tanto a una persona que te insulte que vale la pena que conserves tu raciocinio. Si su respuesta es otro insulto, cosa que suele ser muy habitual, date la vuelta y márchate, no entres nunca en esa guerra. El otro tratará por todos los medios de demostrarte que eres un ser vulgar, porque no sabes hablar de forma eficaz, porque no sabes expresar tus sentimientos, como sucede a la larga con las personas que acostumbran a usar palabras mal sonantes de forma habitual en todas las situaciones.

Es muy lamentable oír a una mujer, que se siente herida por su pareja, decirle:

-Eres un cabrón hijo de puta! 

Porque lo único que él entiende, es que ella se ha enfadado y que es una mal educada, y… ¿quién va a tener ganas de preguntarle, por qué se ha enfadado sabiendo lo que puede salir de esa boquita de piñón? Mejor se va con los amigos, hasta que se le pase.

Todos usamos muletillas

Cierto es que aunque nos esforcemos, por hablar de forma eficaz, todos tenemos muletillas al hablar, frases hechas y expresiones que nos ayudan a canalizar las frustraciones, pero no tenemos que confundirlas con las palabras que expresen con claridad lo que queremos transmitir.

Para que otros puedan entender nuestros pensamientos, sentimientos o intenciones, sería también conveniente que nuestras expresiones de desahogo no ofendieran a nadie, sobre todo en cosas que tienen que ver con religión y política. Mejor tratar de no usarlas en esos momentos de frustración.

Una persona a la que quiero mucho, en momentos de frustración, siempre dice –“Me cagon diez y llevo una!”. Lo hace con tanto énfasis y tanta vehemencia, que es toda una experiencia ver a un hombre grande, como un mulo enfadado, diciendo –“Me cagon diez y llevo una”, y nunca le he oído decir ninguna otra expresión mal sonante. O sea que se puede vivir sin decirlas y no pasa nada.

frustración

Además, esa frase que usa para canalizar su frustración es lo suficientemente larga para permitir a su cerebro reorganizar aquello que produce su frustración, para verlo desde otra perspectiva, que es uno de los propósitos que tiene el usar muletillas. El proporcionarnos tiempo para que la expresión correcta nos fluya.

A estas alturas de la lectura, una cosa ya tendrás clara, que al igual que para cualquier otra actividad, saber canalizar nuestra frustración, o expresar nuestros sentimientos de manera correcta, necesita tiempo y entrenamiento, ten claro que muchos tratarán de que no lo hagas, pues entonces ellos se sienten inferiores.

Pero la realidad es que, aunque parezca que no, ellos están aprendiendo de ti, incluso aunque no lo reconozcan. Que tú te tomes el tiempo en ser mejor, hace el mundo mejor, pues tenemos tendencia a adaptarnos al lugar donde estamos. 

Una persona que está junto a gente refinada, en el comedor de un hotel de lujo,  no se le ocurriría tirar el hueso de una aceituna en el suelo, pero esa misma persona, está con gente burda, en el bar de barrio sucio y tirará las cosas en el suelo, simplemente porque quiere ser aceptada por el grupo.

Cuando tú eres capaz, de comportarte de manera correcta, en cualquier sitio que estés, a pesar de que los demás no lo hagan, te convertirás en un referente para los demás. Da lo mismo que tengas 17 años que 71, siempre tenemos que analizar cómo habrá recibido la otra persona lo que le hemos dicho o hecho. Veamos otra situación.

Otro ejemplo: hablar de forma eficaz a los niños

En esta ocasión veremos que el  hablar de forma eficaz, es conveniente sobre todo en el contexto familiar y ante todo al comunicarnos con los más pequeños.  

Un niño está haciendo las tareas de la escuela, se ha servido un vaso de agua del que sólo ha bebido la mitad y el resto lo deja cerca para usarlo más tarde, pero al manipular una regla, el vaso de agua se derrama, manchándole el trabajo. Él se siente acongojado, frustrado. Aún no ha reaccionado cuando oye a su madre gritarle, “¿estás tonto o qué?” Ahora el niño, incapaz de controlar su frustración, comienza a llorar y ¿la madre qué ve? Que además de derramar el agua, comienza a llorar, pierde los nervios y… imagínate tú el resto.

El grito de la madre diciéndole que es tonto incapacita al niño, causándole inseguridad, transmitiéndole que no sabe hacer las cosas él solo. Esa sensación lo más normal es que lo inhabilite para cada vez que tenga que hacer las tareas, su cuerpo reaccione de manera negativa, bloqueándolo. Esto NO es hablar de forma eficaz.

Está muy documentado, cuando tenemos una experiencia sea mala o buena, nuestra mente reacciona y guarda la memoria de ello, de esta manera al enfrentarnos de nuevo con la misma situación, nuestro cuerpo se prepara para reaccionar en una situación similar.

En el caso que nos ocupa del niño, tenemos que pensar ¿cómo se siente la criatura? ¿por qué le sucedió lo que pasó? De esta manera podremos ayudarla y ofrecerle recursos para una próxima vez.

Para dar respuesta a la primera pregunta,  imagínate a ti misma en uno de los muchos errores que cometes a diario. Tal vez tú también has derramado en algún momento agua, te has entretenido hablando con un compañero y no has terminado una tarea a tiempo, o no has guardado las cosas, en su lugar debido y luego no las encuentras. Cosas así nos han pasado a todos.

Recuerdo el caso de una señora, que durante días no pudo encontrar su billetera, hasta que un día fue a sacar unas verduras del refrigerador y… allí estaba su billetera, jajaja.   Y… ¿qué me dices de las llaves del coche? ¿Quién no ha perdido en algún momento las llaves del coche?

Pues imagínate que en un momento así, un adulto que tuviera sobre ti el mismo grado de autoridad que tú tienes sobre tu hijo, y que tú tuvieras la misma dependencia,  la misma necesidad de aprobación y de sentirte amado de esa persona que tu hijo tiene de ti. Imagínate, que esa persona comenzara a gritarte, a decirte que eres un tonta, que no eres capaz de hacer nada sin meter la pata, y que eso se repitiera cada día y a cada error que cometieras, ¿sería frustrante verdad? Pues si.

Ahora piensa que casi todo el día los niños están con personas con grados de autoridad sobre ellos, como son padres, abuelos, tíos, profesores, etc. Si todas estas personas no son capaces de ejercer la autoridad con amor y paciencia para enseñar y proteger al infante, el grado de estrés que sufre un niño al cabo del día es impresionante.

Si tu empatía te ha permitido hacer esta reflexión de la primera pregunta, serás muy capaz de encontrar soluciones a las demás preguntas planteadas. Como ofrecerle al niño para beber, mientras hace los deberes, una botellita de agua con tapón, para que no se derrame el agua, y habrás dado un gran paso hacia el habla lo más eficaz posible

Sentimiento de culpa

Todos sin excepción hemos hablado mal en muchas ocasiones, hemos dicho palabras groseras o hemos gritado. Posiblemente después nos sintamos mal por ello, pero si esa decepción, que sentimos hacia nosotros mismos, no sabemos gestionarla, nos embarga una gran tristeza, enmudecemos o apenas respondemos a las preguntas que nos hacen con monosílabos.

enfado, no comunicación

Esta actitud hace que la persona, que ha sido víctima justificada o no, de nuestro ataque de ira, piense que aún estamos resentidas con ella y aún se sienta más maltratada, por lo que es apremiante que rectifiquemos nuestra actitud cuanto antes, sobre todo si se trata de un niño, o un jovencito cuyos sentimientos son más vulnerables.

Trata de serenarte, sitúate a su misma altura, es decir, si es un niño agáchate o tómalo en brazos, pero procura que estéis a la misma altura. Dile que sientes haber perdido los estribos, que no era tu intención ni gritar ni lastimarle, y que entiendes que tampoco era su intención derramar el agua, que a veces esas cosas pasan y hoy os han pasado a los dos al mismo tiempo. Pero que el que algunas veces os salgan las cosas mal, no quiere decir que no seáis capaces de hacerlas muy bien, que tu intentarás hablar con más atino la próxima vez y él, para evitar que se le vuelva a derramar el agua cuando hace las tareas, en vez de un vaso puede usar una botellita de agua que se pueda tapar.

Abrázalo y dile que lamentas haberlo asustado.

La práctica hace maestros

La primera vez que tengas que disculparte tal vez te parezca muy difícil, pero como todas las cosas, se aprende con la práctica y la práctica se ejerce mucho mentalmente. Si tú, en tu cháchara mental diaria, tratas de hablar con amabilidad, de no usar groserías y de ser empática con todos, tienes más de la mitad del camino andado, porque normalmente verbalizamos lo que pensamos, así que si nuestros pensamientos son amables y compresivos así serán nuestras palabras. Y si, cuando alguien se equivoca en algo, en vez de reñirle le ofrecemos otras opciones, les estamos dando herramientas para futuras ocasiones. Estamos practicando el hablar de forma eficaz. Es decir, construyendo para el futuro.

Me gustaría saber si tienes alguna experiencia relacionada con el tema, puedes dejarla en comentarios o me la puedes hacer llegar de manera privada.                           

Gracias por leerme y si encuentras que lo que he dicho puede ser de provecho para alguien, no dudes en recomendárselo. Se trata de que nos ayudemos a ser mejores. Gracias nuevamente.

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