
La mejor escuela
La mejor escuela no es siempre la más fácil, y cuando realmente tienes que aprender algo, tienes que dedicarle tiempo o suspendes en la materia vez tras vez, lo cual impide que logres tus objetivos.
Mi perfil de Facebook dice:
Trabajo: En mi casa
Estudio: En la familia
Estudio: En la vida
Creo que todos estaréis de acuerdo conmigo en que son el trabajo, la familia y la vida las escuelas más duras, sean cuales sean tus circunstancias. Pero… puesto que todos tenemos que pasar por alguna de esta escuela, ¿por qué no dedicar el tiempo a realmente aprender, para pasar a cursos superiores?
Lecciones difíciles
Cuando decides emanciparte y tomar las riendas de tu propia vida, pronto te das cuenta que toda moneda tiene dos caras, la cara de la luz y el lado oscuro. También te das cuenta que repetidas veces caes en el lado oscuro, piensas que la vida es injusta, te sientes víctima, sufres.
Tardas mucho tiempo en comprender que la cara oscura también forma parte de la escuela de la vida, y que de lo que se trata es de no ser víctimas, sino de trascender cuanto antes el lado oscuro, para alojarte en la luz. Y al revés igual, cuando estás en la luz, aferrarte de ella fuertemente para que el lado oscuro no te trague con facilidad.
Yo imagino que, como casi todos, he sido tragada por el lado oscuro en muchas ocasiones, y algunas veces he estado tan herméticamente cerrada en el cuarto oscuro y tan desubicada que nadie podía acercarse a mí, ni yo sabía dónde estaba el interruptor de la luz.
La escuela del cuarto oscuro
Estar en esa situación es lo más duro que yo he tenido que enfrentar. Parece que tus seres queridos están cerca, viven contigo como siempre, pero lo cierto es que están en realidades paralelas, es como si fuera una realidad virtual y cuando tratas de asirla, desaparece.
Cuando te miran es como si lo hicieran desde la sala de butacas de un cine. Puede que te vean sufrir, que vean que estas en una situación lamentable, pero todo es ficticio, es una película. Se prenden las luces de la sala y cada cual se va a su casa, mientras que tú quedas atrapada al otro lado del celuloide repitiendo una y otra vez las mismas escenas, pero ahora sin espectadores. En el momento que se prenden las luces de la sala de butacas, se apaga el otro lado de la cinta. Estás atrapada en el mismo film, pero sin espectadores, en la más absoluta oscuridad.
Algo peor que el cuarto oscuro
Pero lo realmente duro en esta escuela de la vida es ver, desde la sala de butacas, atrapada en la película, a esa persona que amas de manera especial. Te desesperas buscando una rendija, una brecha en la pantalla por donde puedas entrar para rescatarla, pero no la hay. Nada, ni siquiera un arañazo que te permita mirar a la otra parte.
Romperías el plexiglás, lo rajarías de arriba abajo en un cuchillo, pero… sabes que si lo haces, la persona amada desaparecerá y entonces ya no la volverás a ver.
Estar atrapada
Cuando estás atrapada en el cuarto oscuro, los días o, mejor dicho, las noches, porque es una noche sin fin, son largos, espesos, perezosos. La mente tiene una frenética actividad ajena a tu consciencia, tu mente y tu cuerpo andan en paralelo incapaces de encontrar un punto de unión.
Afuera pasan días, semanas, meses, tal vez años, en plano, todo llano. En el cuarto oscuro todo es estrecho, agobiante, vertiginoso, y oscuro muy oscuro. Y de repente caes en un vacío que te produce arcadas de angustia y sin ver nada, no sabes dónde te has detenido y de repente vuelves a caer.
Después de muchos y muchos descensos, en algún momento, solo por un instante, te parece ver una chispa de luz, y de repente vuelves a caer.
Chispas de luz

Cuanto más profundo caes, más chispas de luz se materializan. De repente, por un momento, se concilian mente y cuerpo para preguntar, ¿qué ha sido eso? ¿De dónde salen esas chispas? Pero es un espejismo, caes de nuevo.
Durante mucho, mucho tiempo del que no eres consciente, dentro de aquella profunda oscuridad, se van produciendo chispas de luz y te das cuenta de que coinciden cuando te encuentras contigo misma, y piensas, ¿esas chispas de luz soy yo? Pero no lo crees, y caes de nuevo.
Por fin te atreves a probar, y te alineas contigo misma, aparece algo de claridad, pero nada que ver con las brillantes chispas de otras veces. De todas formas es reconfortante no estar en oscuridad profunda y comienzas a experimentar que la oscuridad sucede cuando tú te apartas de ti misma. Te das cuenta que te apartas de ti misma cuando ciertas energías se acercan a ti, y de que brillas más al estar cerca de ciertas fuentes de energía.
Tú eres la fuente
En esta escuela aprendes, después de muchos titubeos, que la energía mana de ti y lo que sucede es que ciertos seres quieren bloquearte.
Tienes miedo de esas personas que te bloquean. No miedo físico, sino miedo a perderlas porque las amas y en un tiempo pensabas que ellas eran la fuente de tu luz.
De pronto, un día tomas la decisión: nunca más permitirás que bloqueen tu luz. Tú no despides a nadie, pero algunos no pueden resistir tu luz y se alejan, otros se sienten felices, porque ahora tu luz les permite ver mejor su camino, otros muchos que están en oscuridad ven el reflejo de tu luz desde lejos y se dirigen a ti, para encontrar su camino.
Pero la verdadera paz llega cuando sabes que tú eres la fuente de la luz para iluminarte a ti misma. Cuando te dices YO SOY.
Seguro que tú también has pasado por esta escuela de la vida, que te ha hecho ver el lado oscuro, ¿has conseguido ya salir de él? Me encantaría leerte en los comentarios o a través del mail lolacampa001@gmail.com
Gracias por tu atención.

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