
Lecciones
Algunas de las personas que me seguís habitualmente sabéis que todo aquello que yo escribo es para asimilarlo yo misma. Muchas veces, los conceptos se entienden a nivel intelectual, pero es muy difícil llegar a tomarlos en cuenta en tu día a día. Es por eso que una comprende que tiene que dar tiempo para que los demás interioricen lo que quieres trasmitir. Puesto que si para una, que pasa horas estudiando, algunas veces es difícil de interiorizar, incluso algunas veces de entender intelectualmente, me imagino que para quien aún sean las primeras veces que oyen ciertas cosas, será muchísimo más complicado. Hoy os hablo de esas lecciones que se nos presentan en ocasiones.
Descubrir tus sombras, mirarte en la ley del espejo, saber que “Como es adentro es afuera“, y todas esas cosas, a las que dedico tanto tiempo, y de las que algunos me tienen por experta, resulta que es difícil, es muy complicado, llevarlo a la práctica.
Una receta de cocina
Es como una receta de cocina. Yo te podría explicar con todo lujo de detalles, por ejemplo, cómo se cocina la famosa paella valenciana. Hacer un listado de ingredientes, dictarte los pasos, uno a uno, enfatizar la delicadeza del sofrito, el control justo del fuego, si se pretende que el arroz quede un poco cogidito por la base, si usar o no una determinada especia, el agua justa para que el grano de arroz esté cocido, pero no apelmazado, y cualquier detalle que te podría llevar a pensar que soy una experta en la materia, pero… lo cierto es que en mi casa, las paellas las cocina mi marido.
Llevar la teoría a la práctica es muy duro
En mis 68 años, solo una vez he guisado una paella, y lo pasé fatal. Tener en cuenta todos los detalles, pensar en los comensales, y sobre todo pensar en el juicio que harían de mi paella, me estresó lo que no os podéis imaginar.
¡Jajaja! Desde entonces, he aprendido a relajarme en todo aquello que hago y a aceptar el juicio que los demás tengan que decir de mis acciones. Sus juicios no hacen que lo hecho esté mejor o peor, pero cuando soy lo suficientemente inteligente para escucharlos, puedo mejorar. Es una de las lecciones a aprender.
Mirarme en la Ley del Espejo
El otro día me surgió un mal entendido con una tercera persona, lo cual llevó a mi esposo a molestarse conmigo, hasta el punto de decirme algo así como que yo siempre cometía el mismo error. Me sentí tentada a estresarme, mi ego psicológico se sintió ofendido, mis dotes argumentativas pugnaban por salir.
Cómo que… ¿había cometido un error? ¿Acaso no tenía yo razón? ¿Cómo que siempre? ¿Cuánto era siempre? ¿Cómo que…? ¿Cómo que…? ¿Cómo que…?
Aquellos “¿Cómo que…?” hubieran desembocado, en caso de haberles dejado florecer, en una de esas disputas de las que luego te arrepientes. O de las que rompen tanto, que después es difícil de arreglar.
Por suerte aquel día, como tantos otros, me callé, más dolorida que otras veces, pues me sabía en posesión de la razón. Razón que, por otra parte, mi esposo no me había negado. Posiblemente por eso, aquel día, en vez de argumentar, me retiré y comencé a darle vueltas al asunto.
Cuando cometes el mismo error repetidas veces
Era cierto que la misma circunstancia, que había hecho que se manifestara aquel mal entendido, me ha sucedido varias veces a lo largo de mi vida. Mi reacción la mayoría de las veces ha sido igual a la de aquel día, y el malestar de mi esposo, ante mi reacción intolerante, a pesar de que pensara que tengo razón, siempre se manifestaba igual.
Aquellos días había estado repasando la Ley del Espejo, como hago cíclicamente, así que traté de analizar lo sucedido a la luz de la misma.
Ya sabes aquello de… “Si te molesta que tu prójimo lleve los zapatos sucios, limpia los tuyos“. Pero no tenía sentido, yo sería incapaz de actuar como había hecho aquella persona, mis zapatos estaban súper limpios, resplandecientes, y… de repente… zas! Llegó a mí la revelación del problema, una de las lecciones.
La Ley del espejo, además de decir que lo que te molesta o agrada de los demás son actitudes tuyas que tú no reconoces, y que por lo tanto, las tienes que ver en otros como si fueran tus espejos hasta que las asimiles, también dice que lo que puedes ver en otros es tu antagónico.
Los antagónicos

Los antagónicos son aquellas actitudes de tu semejante, totalmente opuestas o contrarias hasta el límite, en las que tú deberías buscar un equilibrio.
Por ejemplo, imaginemos que no soportas a una persona porque es sumamente tacaña, y tienes súper claro que no está reflejando nada de ti porque tú siempre y en toda ocasión eres muy espléndida y compartes todo.
En este supuesto, harías bien en investigar, si en verdad tú eres muy espléndida o la realidad es que eres muy derrochadora y el espejo te muestra el antagónico para que tú trabajes ese defecto y recuperes el equilibrio.
Se necesita humildad para aprender
Para aprender se necesita la humildad de un niño pequeño (Mateo 18: 3) Piensa en ti como en un niño que está en el primer grado de educación primaria. Tienes que estudiar las lecciones que te asignan, y aun cuando piensas que ya te lo sabes, va y resulta que te suspenden, o no consigues la nota deseada.
Si durante esa época, tienes maestros amorosos, que se preocupan por ti, tratarán de explicarte la misma lección, de diferentes formas.
Pero aunque saques sobresaliente en el grado que estás, al próximo curso, volverás a estudiar los mismos temas solo que con más aplicaciones. De manera que si en el primer curso, al estudiar el cuerpo humano, aprendiste el tronco, las extremidades y los órganos externos, como, la nariz, los oídos etc., en otros cursos más avanzados aprenderás el funcionamiento del corazón, el sistema digestivo, etc.
Lo mismo en otras materias. Si en matemáticas en el primer curso aprendiste el sistema decimal, en cursos superiores aprenderás todo lo que puedes hacer con dicho sistema, sumas, restas, hasta llegar quién sabe dónde, porque aún no se ha llegado a saber todo, ni de las matemáticas, ni de otras muchas cosas.
Las lecciones que aprendí aquel día
Lo primero que aprendí es que, si tengo razón, pese a quien le pese, tengo razón. Pero, si a pesar de estar en posesión de la verdad, se me presenta en la vida una situación de manera recurrente y cíclica, haré bien en tener la humildad de un niño pequeño, y prestar atención a la lección que me están enseñando.
Este tipo de lecciones cíclicas ocurren mucho en el tema de pareja. Las personas, vez tras vez, caen en parejas semejantes a las que dejaron apenas unos meses antes. Ocurre también mucho en el trabajo, en el dinero, en la salud y temas por el estilo. Que dicho sea de paso, conforman las cosas más importantes de nuestra vida.
No estás estancado
El repetir una situación similar vez tras vez, a lo largo de la vida, no significa que estemos estancados, significa que tenemos matices nuevos que aprender. Recuerda que en el primer curso aprendes el sistema decimal, pero las matemáticas te aparecerán en todos los cursos, en todos los grados, y cada vez con matices nuevos de dificultad.
Así que adopta la humildad de un niño para aprender, tengas los años que tengas. (A mí estas últimas lecciones me llegaron a los 68 años)
Adopta ser un amoroso maestro, cuando tengas que enseñar algo. Y por muy difíciles que sean las lecciones, no te arrepientas nunca del tiempo que llevó aprenderlo. Seguramente eso te ha posicionado en un nivel de madurez del que tú ahora mismo ni siquiera eres consciente.
Muchas gracias por tu atención.
Me gustaría conocer, qué lecciones se han manifestado en tu vida, vez tras vez. ¿Me las cuentas? Puedes dejar tu comentario aquí abajo, o enviarme un email a lolacampa001@gmail.com .

Validar los valores
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