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Reflexiones,  Vivencias personales

Mujeres

Tenía más de dos horas de viaje hasta llegar al evento de dos días en el que me había registrado, junto a otras mujeres. Mi compañera de viaje del asiento contiguo al mío era una mujer joven de treinta y algún años. Después del saludo de rigor, sabiendo ya que nos dirigíamos al mismo evento, y teniendo en común que las dos conocíamos personalmente a la persona que había organizado el evento, nos fue más fácil comenzar una de esas conversaciones que sin saber porque siempre surgen con desconocidos y que de normal no hablas ni con tus mejores amigos.

Claro está, esa situación solo surge porque en esa circunstancia la una es la maestra de la otra, y el encuentro no es una casualidad. De lo contrario, lo normal sería que después del saludo de buena educación, te centres en la lectura de tu libro o te pongas los auriculares para oír algo.

Como siempre, yo terminé hablando de mis nietos. Se ve que eso es algo que muchos tiene que oír, o que yo soy una pesadilla que no se hablar de otra cosa. Lucas 6:45 dice que de la abundancia del corazón habla la boca, pero lo cierto es que cuando hablo de mis nietos, de mis hijos, y de cómo vivimos, muchas personas, sobre todo mujeres que como mi acompañante aún no han formado sus familias. Me expresan sus deseos de tener su propia familia, y de lo difícil que es hoy en día encontrar una persona que sepa realmente tener una relación responsable de pareja.

Formar una familia

Mi compañera de viaje me confesó que ella esperaba ser madre en breve, yo le expresé mi alegría, pues saber que va a nacer una criatura nueva, aún no sé por qué, pero me causa mucho regocijo y me produce confianza en la humanidad.

Y surge la pregunta de rigor:

– ¿Hace mucho que lo estáis buscando? – A lo que ella me responde con cierta tristeza.

– No, no tengo pareja, pero ahora cuando volvamos del evento voy a hacerme la inseminación artificial.

Yo, con ese descaro que nos caracteriza a las abuelas, me atrevo a sugerirle:

– Eres muy joven todavía, ¿no te interesaría esperar a tener una pareja?

– No, no, eso es precisamente lo que quiero evitar. Si alguna vez tengo una pareja y por lo que sea, después no funciona, el hijo es mío y no puede haber ningún mal entendido.

Su historia

A lo largo del viaje me enteré que había estado casada y después de varios años de matrimonio se separaron, por suerte en aquel momento no tenían hijos. Después tuvo dos parejas con las que vivió algunos años, pero finalmente los tres fallaban en lo mismo, no sabían vivir en pareja. Eran trabajadores en su puesto de trabajo, eran alegres, limpios en su aseo personal, cosa muy importante para las mujeres, tenían buenas conversaciones, pues mantenían puntos de vista sobre los asuntos, que después sabían defender en una conversación, su apariencia física era aceptable, pero… no sabían vivir en pareja, ni administrar una casa.

Ella era una empresaria, había tenido que luchar mucho para lograr que su empresa floreciera, muchas veces terminaba tarde del trabajo, solo para llegar a casa y encontrarse con un hombre que le reprochaba la tardanza y que la cena aún estuviera sin hacer.

Se intentó que cada vez uno hiciera la compra y la comida, pero cuando él hacía la compra no solo gastaba mucho más dinero, sino que compraba producto de picoteo carísimos y no tenían alimentos apropiados para preparar una comida como es debido. Eso sin hablar de que no arreglaban nunca la cama, lo ineficaces que eran con la plancha, y de cómo ensuciaban la cocina si algún día se les ocurría preparar algo.

Finalmente se planteó que lo que necesitaba al llegar a casa era descansar y estar en paz y no esforzarse tanto por complacer a quien no la valoraba.

Una historia muy común

Por fin, después de los últimos kilómetros de viaje muy sinuosos y difíciles, llegamos al hermoso lugar, donde estaríamos por tres días en comuna con otras mujeres. No tardé en darme cuenta que la historia de mi compañera de viaje era de lo más común.  

Creo que el 50% de las mujeres que allí estábamos tenían las mismas condiciones de relaciones emocionales que las de mi compañera de viaje. Algunas con hijos fruto del primer matrimonio, y otras como si hubieran copiado la historia de ella. Algunas con el agravante de que sus parejas no entendían que lo de fidelidad sexual aplicaba también a los varones.

Para mi quedó claro que las personas mayores no habíamos educado bien a nuestra prole, puesto que se daba esa diferencia de criterios de lo que era vivir en pareja entre varones y féminas.

Mujeres que pisan fuerte

No pude intimidar con todas para saber pormenores de sus vidas, pero fue hermoso ver a tantas mujeres con las ideas y filosofía de vida muy claras y pisando fuerte al andar sus caminos.

Yo era la mayor del grupo con diferencia, la única jubilada del trabajo por edad. Había trabajadoras sanitarias, trabajadoras de magisterio, trabajadoras en pedagogía para la independencia de invidentes, autónomas en diferentes ramas, y al menos dos empresarias con personal a su cargo. Y para todas con las que hablé, y aún no los tenían, los hijos eran parte de su proyecto de vida.

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Me sentí orgullosa de todas ellas y feliz de conocerlas. Cada una de ellas estaba bregando con sus propias circunstancias, económicas, familiares, emocionales, espirituales, pero andaban su camino con decisión, aunque este no siempre estuviera iluminado.

Y… ¿sabéis que?

Pues que con mujeres como estas, pase lo que pase en este mundo, siempre saldremos adelante, siempre habrá esperanza.

Mis bendiciones para todas las mujeres que pisan fuerte en su camino.

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