
¿Podemos mejorar nuestro día a día?
Algunas personas nos pasamos la vida quejándonos por todo, por la economía por la salud, por la contaminación, por los jóvenes, por los mayores, por la educación, por… por… Pero, ¿podemos mejorar nuestra vida?
Algunas veces, llevados por nuestra frustración o indignación por los sucesos, incluso nos atrevemos a proponer cómo deberían las personas responsables hacer las cosas, sin saber realmente todos los retos que se deben tener en cuenta antes de tomar una decisión.
Nos sentimos maltratados porque las decisiones que esas personas toman afectan de manera considerable nuestra vida y parece que no nos permiten medrar, como sería de esperar en un mundo, donde los avances y la tecnología tendrían que haber supuesto una mejora en la vida de las personas. Pensamos que no nos dejan mejorar.
Pero lo cierto es que las decisiones de dichas personas, afectan solo al 15% de nuestra vida, es decir, si comparáramos nuestra vida con un iceberg, lo que hacen esas personas afecta solo a lo que asoma fuera del agua, esto es, lo que es visible. Sin embargo, esas personas no pueden tener acceso al 85% restante que está en nuestro interior y que nadie te puede quitar y… ¡maravilla de las maravillas!, si tú gestionas y trabajas ese 85% de manera eficaz, puedes cambiar y mejorar tu vida.
Pausa aquí un momento.
Estoy diciendo que puedes cambiar tu vida, o sea, que tú y nadie más que tú es el responsable de que, a partir de hoy, tu vida comience a mejorar, en todos los sentidos que tú decidas. Y cuando tú cambias, todo a tu alrededor cambia porque tú inspiras, pero… ¿Sabes una cosa? nadie puede hacerlo por ti, ni tú lo puedes hacer por nadie. Es un trabajo individual y sin atajos. La línea de salida es desde donde estamos ahora mismo, los recursos son los que tenemos ahora mismo, al igual que las circunstancias. Con eso tenemos que diseñar nuestro mundo ideal, aquello que deseamos vivir, adonde queremos llegar.
El hombre en busca de sentido
Claro que eso depende de tus circunstancias actuales. (El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra).

Para el Dr Viktor Frankl, durante un tiempo, tal vez demasiado largo, su único sentido era seguir vivo un día más y tomar decisiones como, si el único trozo de pan de aproximadamente 150g diarios como suplemento a una sopa aguada, como alimento para todo el día, realizando trabajos forzados con climas extremos sin ropa ni calzado adecuado, debía de comerlo de una vez o poco a poco.
El Dr Viktor Frankl consiguió sobrevivir a los trabajos forzados en campos de concentración, incluidos los de Auschwitz y Dachau. Gracias a las cálidas conversaciones que mantenía con su amada esposa mentalmente, mientras realizaba los duros trabajos, conseguía que el tiempo pasara más rápido, y era menos consciente de las duras condiciones de a su alrededor.
El Dr Viktor Frankl también cuenta que mantenían la capacidad para disfrutar de la belleza en aquel lugar. Donde todo era gris y embarrado, eran capaces de maravillarse cuando la naturaleza les regalaba por unos momentos unas nubes y colores cambiantes.
Piensa un momento: hombres durante años en un campo de exterminio, con temperaturas extremas, realizando trabajos forzados, recibiendo insultos y golpizas de los soldados, como única comida 150 gramos de pan al día y una sopa aguada, y ahora al final del día, mientras el sol se oculta, las nubes durante unos momentos juegan a maquillarse de diferentes tonalidades y ellos, extasiados, se llenan de reverencia.
Las condiciones en el campo de refugiados, las pésimas condiciones de supervivencia, las golpizas y todo lo demás, solo ocupaban el 15 % de su vida porque su interior, sus pensamientos de felicidad junto a su esposa, donde él imaginaba dulces conversaciones, eso le ocupaba la mayor parte del tiempo, haciendo que mantuviera la esperanza y conseguir mejorar.
Nuestro mundo interior
Sepámoslo o no, el 85% de nuestra vida transcurre en nuestra imaginación. Es por ese motivo que tenemos que tratar de ser conscientes de qué pensamientos, sentimientos y sensaciones pasan en nuestro interior. A través de ellos es cuando conseguiremos mejorar.
No importa que tengamos razón o no para tener cierto pensamiento o sentimiento. Si es negativo, lo cancelamos y nos centramos en algo que nos produzca paz y felicidad. Acuérdate del Dr Viktor Frankl. Su realidad es que estaba en un campo de concentración, le habían destrozado las notas de un tratado que estaba preparando, pasaba hambre, hacia trabajos forzados en medio del barro y con temperaturas extremadamente frías, recibía golpizas. Pero él, mientras todo eso le sucedía, centraba su imaginación en que mantenía tiernas y pacificas conversaciones junto a su esposa, en su cálido hogar, y cada día se centraba en permanecer vivo un día más, para tener la recompensa que él ya vivía en su imaginación.
Si el Dr Viktor Frankl, se hubiera centrado en la vida que llevaba, no hubiese deseado mantenerse vivo un día más. Al contrario, hubiese deseado la muerte.
¿Qué cosas tienes ya?
Céntrate en qué cosas tienes ya, que realmente ames, y bendícelas cada día. ¿Tienes vista que te ha permitido leer esto? Agradécela y bendícela. Solo con que pienses en tu maravilloso cuerpo físico, tendrás motivos de sobra para agradecer y bendecir, incluso aunque ahora mismo tu cuerpo este enfermo.
¿Sabías que nuestro organismo enferma para avisarnos de qué cosas estamos haciendo en contra de nosotros mismos, de nuestro propio Ser, para advertirnos sobre a qué tenemos que prestar atención en nuestra vida?
La mejor medicina, el amor
Nuestra vida y nuestro estado físico mejorarán considerablemente, si somos conscientes de lo que sentimos y tomamos partido en ello. La risa también se ha considerado siempre un remedio infalible, así que procúrate cada día unos minutos de esta terapia. El mindfulness también ha demostrado ser una terapia poderosa.
Pero, finalmente, todas las terapias que analizamos tienen un ingrediente supremo, el AMOR (Mateo 22: 36-40). Estos versículos nos recuerdan que para que todo funcione de manera óptima tenemos que tener en cuenta también nuestra espiritualidad. No se refiere a presentar pleitesía a ningún ídolo de ninguna religión, sino más bien a reconocer la causa suprema de todo, la fuente primigenia.
También nos recuerdan que todos somos uno, si no somos capaces de amarnos a nosotros, no sabremos amar a nuestro prójimo. ¿Y quién es nuestro prójimo? Todos y cada uno de los seres humanos que habitan en el planeta, por eso se nos insta a orar por ellos (Mateo 5: 44) y así tenemos la ocasión hacerles el bien (Proverbios 25: 21,22).
(En mi libro Bellamorfosis encontrarás ejercicios para mantenerte en el aquí y en el ahora, y de agradecimiento, para mejorar).
Gracias por tu atención.

Abracadabra
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