
¿Qué es la paz?
Hace un tiempo, en una de las muchas conferencias a las que asisto, el orador versaba sobre la paz, sobre si los humanos en estas circunstancias que estamos viviendo podríamos mantener nuestra paz mental. Como adivinó, la paz no era lo mismo para todos, porque algunos pensaban que la paz era la ausencia de guerras, otros pensaban que si no había guerra, pero dentro de las familias había disputas, tampoco conseguíamos la paz, otros más pensaban que si lo anterior estuviera bien, pero no pudiéramos disfrutar de salud, tampoco tendríamos paz… Y así, uno tras otro, analizamos un montón de circunstancias que nos robaban la paz. Y en medio de estas cavilaciones en las que nos había envuelto en torno a la paz, comenzó a contarnos un cuento, que yo no conocía y que me encantó:
Un Rey en busca de la interpretación de la Paz
Hacía mucho ya que, en el reino de este monarca, se habían ausentado las guerras, él era un rey sabio y justo y sus súbditos gozaban de satisfaciente trabajo y de fiestas con música y baile para su regocijo.
Para las próximas fiestas, el rey organizó un concurso, un reto para todos sus súbditos, un reto que tenía como premio una cuantiosa cantidad de dinero. Tan cuantiosa era que, a pesar de que ningún súbdito tenía necesidad, todos quisieron participar. El reto consistía en saber plasmar en un lienzo, la paz mental.
Miles de pinturas
Desde entonces fueron llegando al palacio miles y miles de pinturas, tantas que el rey tuvo que mandar que se construyera un grandísimo pabellón donde todas las pinturas fueran dignamente colgadas.
Y por fin llegó el gran día en que el rey debía escoger entre todas aquellas pinturas la que a su juicio representara mejor la paz mental.
El rey las miró y volvió a mirar, se sentía orgulloso de su pueblo, a fe que habían realizado hermosas obras de arte. Algunas de ellas representaban esplendidos y apacibles lagos, en cuyas trasparentes aguas se reflejaban majestuosos y serenos montes.
Convocó el rey a todos sus súbditos para mostrarles por fin la pintura elegida y otorgar el premio al ganador. Se hizo un gran y expectante silencio, cuando dos sirvientes del rey entraron en la gran sala cargando un inmenso cuadro cubierto por una sabana, lo posaron de pie frente a todos, mientras los dos hombres lo sostenían, y el rey se disponía a descubrirlo. Y… de un rápido tirón de sabana, la obra de arte quedó desnuda la vista de todos.
Se escoge la obra premiada
Un clamor interrogativo pululó por la sala. Los súbditos no podían dar crédito a lo que estaban viendo.

La obra de arte representaba una gran tormenta, de negras nubes que arrojaban sobre las aguas embravecidas de un encrespado acantilado rayos, truenos, e impetuosa lluvia, zarandeada por un frío vendaval, mientras la oscuridad de la noche se cernía sobre la tierra.
Ante la perplejidad de los presentes el rey preguntó:
– Alguien puede decirme porqué es esta obra la ganadora del premio – Todos enmudecieron, pero desde atrás una vieja se iba abriendo camino entre los presentes, se plantó ante la obra, y habló:
– Yo te lo diré, oh, gran rey, pues conozco tu sabiduría, y la perspicacia de tu discernimiento – Al rey le sorprendió que aquella anciana se atreviera a dar la interpretación, pero la animó.
– Habla pues mujer – permitió el rey.
– Vuestra perspicacia ha visto más allá de lo que a simple vista aparece, y vuestros reales ojos bien se han parado para ver que en una hendidura de la roca de acantilado crece un arbusto, el cual sostiene en una de sus ramas, un nido con polluelos, mientras su madre apaciblemente los protege.
– ¿Y qué crees tú que representa?
– Lo que vuestra majestad con su sabiduría ha discernido. Que la paz no depende de lo que esté ocurriendo fuera de ti, la paz anida dentro de nuestros corazones, y sean cuales sean las circunstancias, hacemos lo que tenemos que hacer.
Se otorga el premio
El rey comenzó a aplaudir y con él todo el pueblo. Y el rey habló:
– Que se presente el autor de esta obra. Y la anciana dijo – Heme aquí, señor.
La enseñanza
Bueno, este cuento no es así exactamente, pero la moraleja sí. Solo lo oí aquel día y no recordaba los detalles, aunque lo que realmente importa es la enseñanza, y a mi esta enseñanza me sacudió. Aunque todos dicen que soy muy pacifica, lo cierto es que cuando he pasado por tormentas en mi vida, me desestabilizo, y no sé si tengo tan claro como el pajarillo lo que tengo que hacer, aunque lo de proteger a la prole sí, siempre.
Lo cierto es que hoy, en la mayoría de los países, estamos sufriendo tormentas, y tenemos que saber mantener la paz. Los que tengamos prole protegerlos, para que las malas cosas de este mundo no los envenene, y los que tengamos luz, lanzar grandes destellos para que los que están perdidos en esos mares turbulentos sepan a donde dirigirse.
Gracias por vuestra atención y que la paz os acompañe (Filipenses 4:7)
Si tienes alguna otra leyenda sobre la paz, u otro punto de vista sobre el tema, me encantará recibirlo a través del email:

Conocer la verdad

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