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Relatos

Recuerdos

Quién iba a decirme a mi que hoy vendrían a mi, sin esperarlo, un montón de recuerdos.

Mi empresa ocupa toda la tercera planta de un gran edificio donde se alojan más de 50 empresas, en una ciudad moderna, cosmopolita, luminosa y, porqué no decirlo, feliz.

Hoy regreso a mi pequeño apartamento a pie. He dejado el coche en el taller y he rechazado el coche de cortesía porque solo van a ser dos días y no tengo previsto salir, así que aprovecho para pasear por los bonitos y espaciosos jardines de mi ciudad.

Me siento en un banco. En otro banco cercano unos jóvenes hablan animadamente, mientras comen pipas que escupen al suelo, algunos niños pequeños corretean detrás de una pelota de goma de colorines, mientras las madres charlan de sus cosas.

De tramo en tramo hay papeleras a cuyos pies en el suelo se amontonan papeles, cáscaras y bolsas de snacks vacíos como muestra de que los usuarios han pretendido tirarlos dentro de la papelera pero no han acertado (mala suerte).

Viendo a aquellos niños disfrutando del magnifico parque, y sin saber porqué, llegan a mi ciertos recuerdos de mi infancia junto a mis hermanos en nuestra casa en el campo.

Una casa donde ser feliz

Seguramente todos tenemos recuerdos de nuestros padres, obligándonos a recoger nuestro cuarto, a tener las cosas ordenadas. “Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”. Seguro que todos conocéis esa máxima. Pues sí, en la nuestra también, solo que en la nuestra era fácil y natural, puesto que era una gran casa, con grandes habitaciones, situada en la sierra a unos 15km del colegio más cercano.

Nuestra parcela tenía unos 5000m donde crecían muchos árboles, aunque pocos de ellos eran ornamentales, todos producían algo que servía a la familia. Teníamos cítricos, manzanos, algarrobos, nísperos, un granado, una higuera, algunos olivos que nos proporcionaban el aceite del año, algunos almendros, un ciruelo, moringas, una única parra, de gordas y crujientes uvas, kakis, una pequeña pérgola con kiwis y hasta plátanos que nuestros padres tenían que cubrir con paja los meses de invierno para que no se helaran y que producían los plátanos más pequeños que nunca he visto.

Un gallinero movible

El huerto ocupaba diferentes espacios en la parcela que nuestros padres organizaban según un plan establecido que respetaba las necesidades de la tierra, las de las gallinas y las de la familia.

El gallinero era movible y unos meses antes de cambiarlo de ubicación, plantábamos en ese tozo gramíneas, como trigo mijo y cosas por el estilo, nunca comprábamos pienso para ellas pues se mantenían de lo que picoteaban en la parcela y de las sobras de la familia, o de los frutales, además de moler las hojas de moringa que no aprovechábamos para nuestro consumo.

En las jardineras cultivábamos romeros, menta, capuchinas, perejil, caléndulas, aloes, además de algunas plantas ornamentales como los hibiscos, los rosales, las gerberas, las fresias, jacintos, dinamotecas y otras muchas cuyos nombres desconozco o no están en mis recuerdos.

La alternancia del huerto

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Casi siempre plantábamos lo mismo, solo que lo íbamos alternando de sitio cada año, excepto las alcachofas que las dejábamos en el mismo sitio por unos tres años.

Lo cierto es que aquella parcela nos proporcionaba mucho de lo que necesitábamos cada año, como por ejemplo las habas, que en plena temporada comíamos hasta la saciedad y guardábamos para el resto del año. Lo mismo podemos decir de los tomates, pimientos, berenjenas, pepinillos, garrafón, que lo consumíamos fresco en la temporada y en conserva el resto del año. También así sucedía con las calabazas, puesto que se pueden guardar durante mucho tiempo.

Aprovecharlo todo

Lo más maravilloso de vivir en el campo es los pocos residuos que generas, porque casi todo se aprovecha. Lo que no comen los humanos lo comen las gallinas y lo demás incrementa el montón de compost o fertiliza la tierra.

Imagínate recolectar una coliflor para la cena. Pues las grandes hojas que la envuelven, alimentan a las gallinas y si ellas dejan algún resto, cuando llegue el momento de pasar el pequeño motocultor se mezclara con la tierra. Eso mismo pasa con las lechugas, con los restos de melones o cualquier otra cosa. Lo que no es apropiado para comer las gallinas directamente al montón del compost.

Otra planta de la que se aprovecha todo es el maravilloso maíz, pues además del grano, los tallos se trocean se dejan secar y sirven al igual que los zuros, para prender el fuego, pues evidentemente en el campo nos calentamos con chimenea.

Las abejas

Solo teníamos una colmena, estaba situada en una plataforma construida para tal fin en el techo del cobertizo en un ángulo del huerto. Ésta nos proporcionaba toda la miel que necesitábamos para todo el año, y algunos tarros para regalar, y que resultaban ser muy productivos, pues los demás también nos regalaban cosas a nosotros.

La cera era otro producto que nos regalaban las abejas que era muy apreciado en nuestra casa, pues junto con el aceite de cocina reciclado, fabricábamos velas.

Un ejemplo de reciclaje

Los olivos nos proporcionaban el aceite para todo el año, una vez usado se filtraba y servía para fabricar jabón y velas, también para nutrir los muebles de madera del jardín. El más sucio lo usábamos para untar los troncos o carbón para la chimenea.

Las sartenes en las que habíamos frito algo, después de escurrir el aceite para reciclarlo y antes de fregarlas, las limpiábamos con papel, que depositábamos en el cajón de residuos para encender el fuego.

Algo parecido pasaba con las almendras. Las comíamos tal cual, fabricábamos nuestra propia leche de almendras y las cáscaras alimentaban el fuego.

Claro está, pocos años teníamos suficientes almendras, por lo que las comprábamos a algún vecino o las cambiábamos por miel o por cítricos en una tienda de la localidad.

Una casa para todos

Nuestra cocina era amplia con una gran mesa que no necesitaba ser protegida por mantel alguno, las pilas también eran amplias. Bueno, no es que lo nuestro fuera amplio, es que cuando visitaba a alguno de mis amigos del colegio en la ciudad, ellos vivían en pisos y allí todo era más pequeño.

También nuestro salón era amplio, con una gran mesa en la que nos podíamos congregar todos haciendo cada cual su trabajo sin molestarnos los unos a los otros. También había un gran mueble con estantes y cajones, además de un buró donde nuestros padres guardaban las cosas pendientes de atender, varios sillones y un sofá.

Reciclar en la casa de mis recuerdos

No solo reciclábamos en el huerto, también lo hacíamos en la casa, casi todo aprovechábamos más de una vez. Teníamos hasta cuatro cajones para reciclar papel, estaba el de periódicos y revistas viejas, mucho de ellos nos los proveían amigos de la familia, después estaban los folios que se habían usado por una cara para algún trabajo, pero que aún servían por la otra cara, para tomar notas o cosas por el estilo.

Otra caja que contenía papeles de reciclar esta era más pequeña estaba en el mueble del salón y a ella iban a parar los restos de recortes de diferentes papeles que habíamos usado para hacer cualquier trabajo manual y que medía más de 5 cm.

Después teníamos un gran cajón en el cobertizo donde guardábamos cajas de cartón desmontadas, papel de embalajes y cosas similares. En mis recuerdos aparecen como dibujadas.

Los tarros de cristal

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Los tarros de cristal eran un tesoro, del que también nos proveían otras personas, pues nosotros no consumíamos muchas cosas envasadas en este tipo de tarros.

Los más grandes los usábamos para encurtir los pepinillos, las cebolletas, para las olivas, para la miel, etc. Los de unos 20 cm los usábamos para las conservas de tomate y las mermeladas, los más pequeños y sin tapa como los de yogur eran los que usábamos para hacer diferentes clases de velas, o guardar semillas. Los cubríamos con trocitos de tela de colores vistosos, que ajustábamos con un cordón, después lo etiquetábamos poniendo la variedad de semilla y la fecha.

El agua

Bebíamos agua de lluvia que recogíamos en un aljibe. El agua del friegue y el de la ducha, después de pasar por varios filtros, se recogía en un gran depósito y se usaba para el riego. La gran balsa que se suponía era para el riego nos servía de piscina durante los meses de verano.

Fabricar escobas

En un barranco cercano crecía un pequeño cañizar del que cada año cortábamos tres o cuatro cañas gordas, recolectábamos también algunas hojas de palmitos (Chamaerops humilis L.) y fabricábamos las escobas para todo el año.

Manjares del monte

A pesar de todo lo que teníamos en casa, cuando llegaba la temporada nos gustaba salir al monte a recolectar algún hongo como los níscalos, después de lo cual llegaba el tiempo de los espárragos silvestres.

Nos encantaba andar por el monte, tratábamos de respetar todo, nunca arrancábamos nada, procurábamos pisar por sendas o en huecos donde no lastimáramos los pequeños arbustos.

Nunca dejábamos desperdicios, ni siquiera esos que algunos dicen que son degradables, pues afean el lugar. Si comíamos o tomábamos algo los residuos regresaban con nosotros a la casa.

Nuestros desperdicios orgánicos

En nuestras mochilas solíamos llevar una cuchara vieja que en caso de necesidad nos servía a modo de pala donde rascar un poco en el suelo y después de depositar nuestros desperdicios orgánicos, tapábamos bien con tierra y finalmente con piedras.

Si nuestra necesidad era solo de depositar líquidos, en caso de las chicas nos limpiábamos con pañuelos de papel, que después guardábamos dentro de la bolsita de plástico que también guardábamos una vez vacías y la depositábamos en la bolsa de desperdicios hasta llegar a casa.

La máxima era respetar el monte, sabíamos que todo allí estaba vivo y queríamos respetarlo y agradecerle todo lo que nos proveía.

Volver de mis recuerdos

Una ráfaga de viento frío me saca de mis recuerdos. Miro nuevamente a mi alrededor, realmente es una hermosa ciudad. Me levanto del banco y comienzo a caminar.

Si para el fin de semana ya tengo el coche iré a visitar a mis padres, les llevaré unos cuantos periódicos viejos y algunos tarros que les he guardado.

Qué bien haber disfrutado de estos recuerdos hoy.

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