Reflexiones

Responsabilidades ineludibles

Todos tenemos que asumir cotidianamente responsabilidades que, al no ser actividades de nuestro agrado, con el tiempo se convierten en un lastre que nos pesa demasiado, convirtiendo nuestra vida en algo difícil de llevar. Incluso, muchas personas llegan a enfermar, de manera física o psíquica, por lo que algunos aconsejarían: “Si esta actividad te está enfermando deja de hacerla, renuncia a ello, ya encontraras otra actividad mejor.” 

Y efectivamente, ese sería un buen consejo en algunas ocasiones. Pero, ¿qué sucede cuando la responsabilidad es ineludible, como puede ser el cuidado de un enfermo crónico o la crianza de los hijos? Estas no son responsabilidades opcionales, al contrario, son responsabilidades de obligado cumplimiento.

¿Cómo aligerar la carga?

Lo primero que tenemos que hacer para aligerar la carga, es reconocer el problema:

-“Es mi responsabilidad y no la puedo delegar” – ya lo he reconocido y ahora, ¿qué?

Pues ahora tienes que hacer dos listas, una enumerando todas y cada una de tus tareas. Y fíjate que he dicho todas y cada una de tus tareas, porque en algunas situaciones hasta el poder darte una ducha tranquilamente se convierte en un reto. Si ese es el caso, la ducha entraría dentro de las tareas para anotar en la lista, y si el caso es muy extremo y de muy larga duración, salir a merendar o tomar algo con los amigos, también entra en la lista.

Pues ahora tienes que hacer dos listas, una enumerando todas y cada una de tus tareas. Y fíjate que he dicho todas y cada una de tus tareas, porque en algunas situaciones hasta el poder darte una ducha tranquilamente se convierte en un reto. Si ese es el caso, la ducha entraría dentro de las tareas para anotar en la lista, y si el caso es muy extremo y de muy larga duración, salir a merendar o tomar algo con los amigos, también entra en la lista.

La segunda lista estará compuesta por los nombres y números de teléfono de cualquier familiar, amigo, vecino, que te pueda echar una mano en tu situación, aunque sólo sea media hora a la semana.

¿Qué hago con las listas?

Ve llamando a todos para que te visiten, si puedes organizarlos por grupos mejor que uno a uno. Cuando estés con ellos explícales la situación, mostrándoles las listas y pregúntales si alguno de ellos está en disposición de ayudarte y de cuánto tiempo semanal dispondrían. Explícales que lo que requieres es su presencia, para poder realizar algunas cosas con la suficiente tranquilidad como para que no te causen estrés. Veamos algunos ejemplos prácticos, tomados de la vida real.

Ejemplo 1:

Una mujer separada con un hijo de unos 8 años tiene a su padre en casa con demencia senil y encamado privado de movilidad, por lo que depende de ella para todo, para comer, para la higiene, etc. Necesita una atención de 24 horas al día. Como el único hermano que tenía se desentendió del asunto, ella no daba abasto por lo que a los pocos meses estaba agotada física y mentalmente. Estaba ya en un estado de tristeza profunda.

Esta situación repercutía también en el estado físico y emocional del niño. Cuando recibía una visita de amigos que iban a visitar a su padre se estresaba aún más, pues quería obsequiarlos con café y algunas galletas, lo que le suponía un trabajo adicional. Finalmente, estaba tan cansada que pidió que no la visitaran.

Ejemplo 2:

Un matrimonio con problemas económicos y tres niños. El padre trabaja fuera toda la semana, sólo regresa para el fin de semana, por lo que era ella sola la que atendía la casa y los niños. Por la mañana preparaba los desayunos, los aseaba y llevaba al colegio antes de entrar a trabajar, después de 7 horas de trabajo los recogía, les daba la merienda algunas veces por la calle, mientras se dirigían hacer alguna pequeña compra.

Además, siempre surgía algún imprevisto, llovía mientras hacían los recados, algún niño enfermaba, etc. Cuando por fin llegaban a casa, atender los quehaceres, la ropa, los deberes de los niños, las duchas, la cena. Todas aquellas tareas la superaban.

Cuando el esposo llegaba los fines de semana, ella no estaba receptiva y lo único que pensaba era en la ropa adicional que tenía que lavar y arreglar ese fin de semana. El matrimonio se iba al traste, pues el esposo no entendía esa cara de pocos amigos de su esposa, después de pasar toda la semana fuera trabajando duramente.

Ejemplo 3:

Un matrimonio joven gerencian su pequeño negocio del cual son propietarios y los únicos trabajadores. Durante más de 10 años están sin hijos para disfrutar de su vida, son sumamente religiosos y siempre acuden juntos a los servicios de su iglesia. Finalmente tienen un hijo, precioso que se convierte en el eje de su vida.

Sin embargo, a los 9 años le diagnostican un tumor cerebral, entrando en una espiral de dolor emocional, así como de ajetreos médicos y hospitalarios que los conduce a abandonar cada vez más su pequeño negocio, a no poder acudir juntos a los servicios religiosos, a replantearse sus creencias y, en ocasiones, a renegar de ellas, sumiéndose después en un sentimiento de culpabilidad.

Finalmente, el esposo necesita tratamiento psicológico, por lo que la carga para ella se multiplica. Nunca antes lo había visto llorar.

Ayuda práctica

Bien, se suele decir que, para muestra un botón, y aquí hemos planteado tres casos verídicos, que a continuación analizaremos, para ver cómo podemos proporcionar ayuda práctica de calidad.

Caso 1:

Cuando la mujer separada con su padre enfermo, pidió que no se la visitara, algunas amigas en vez de sentirse ofendidas, hablaron con ella, para explicarle que ellas querían ayudarla y no que les preparara un café.

Tomaron la iniciativa de sentarse con ella y analizar las tareas que tenía que atender, aconsejándole que la prioridad era que dedicara tiempo a su hijo fuera del ambiente de casa con una persona enferma, cuyo comportamiento algunas veces era muy difícil.
Después de no pocos lloros, concordó que su hijo también la necesitaba y dejó que le trazaran un plan, aunque para ella disfrutar un rato mientras su padre estaba tan mal era poco menos que pecado.

Una ilustración contra el remordimiento

Si la cuidadora siente remordimientos por estar disfrutando de algo, se puede razonar con ella, como hicieron las amigas de esta mujer, preguntándole: “¿Llevarías a tu padre en un coche sin frenos en un viaje cuesta abajo?” Tú eres el coche, tu padre está en su viaje cuesta abajo y es un viaje largo y por un camino sinuoso, tienes que tener el coche en condiciones para que su viaje sea cómodo, así que vayamos al mantenimiento del coche.

Es muy importante que la cuidadora sepa que el que ella esté en buenas condiciones físicas, mentales y espirituales redundará en el bienestar de las personas a las que tiene que atender

¿Cómo lo solucionaron?

Tuvieron que hablar con un montón de personas que colaborarían según sus posibilidades. Por las mañanas se necesitaron tres personas, durante dos horas, dos días a la semana. Dos se quedaban con el padre (se decidió que fueran dos porque era demasiada responsabilidad en el supuesto caso de que al señor le pasara algo como atragantarse con su propia saliva, o caerse de la cama o cualquier otro contratiempo). La tercera acompañaba a la amiga a la compra y, si tenían tiempo tomaban algo en alguna cafetería. Ella tenía la tarea de hablarle de cosas que la despejaran del problema y, para no centrarse en cosas negativas, se decidió hablar de libros, en especial de crecimiento personal o aventuras donde no aparecieran enfermedades.

Las tardes

Tres personas más acudirían, dos días a la semana por las tardes. Nuevamente dos se quedarían con el señor y otra acompañaría a la amiga para que ella pudiera estar con el niño en algún parque, sala de juegos o similar.

En caso de que el niño se juntara con otros niños, la madre tendría compañía con quien hablar, evitando que si alguien le preguntaba por su padre, la conversación sobre las enfermedades y penurias se alargara en demasía. Este arreglo de las tardes era con el propósito de que el niño viera y disfrutara de su madre en un contexto distendido y de alegría.

Además todas las tardes noches un matrimonio vecino, iban durante media hora para que se pudiera duchar tranquila, sin padecer por que el padre o su hijo necesitaran algo.

Como vemos en este ejemplo, los ayudantes sólo eran necesarios, para permitirle movilidad y alejarla del mismo contexto de dolor emocional.

Caso 2:

Este caso recibió un respiro por pura casualidad, pero nos muestra cómo se pueden encontrar soluciones.

La madre de los tres niños tenía una vecinita adolescente de unos 14 o 15 años que le gustaban mucho los niños y de vez en cuando pasaba a visitarlos. Un día la madre se atrevió a pedirle si podía quedarse unos minutos mientras ella se duchaba, a lo que la joven accedió. Cuando la madre salió de la ducha, la joven estaba explicando la lección del día siguiente al mayor de los niños, a lo que la madre maravillada comentó:

-¡Oh, qué bien! Si pudiera pagarte, te contrataría para que los ayudaras en las tareas escolares cada día.

A lo que la joven se ofreció a hacerlo de forma voluntaria.

En algún momento los niños causaron algún problema, por lo que la madre tuvo que reafirmar la autoridad de la joven sobre los niños y así calmar algunos atisbos de rebeldía.

Caso 3:

En este caso se optó por estar mucho tiempo con el niño para que sus padres (madre) pudieran atender el negocio que había mermado tanto que apenas podían subsistir. Como hemos comentado, el padre enfermó psíquicamente, pero en lo que más se centraron quienes les ayudaron fue en que tuvieran el tiempo que ellos acostumbraban para ir a los servicios religiosos.

Este fue un caso muy extremo, pues las personas que los apoyaban necesitaban mucha fuerza para reponerse, ya que no era fácil ver a un jovencito que moría y unos padres que lo intentaban todo.

El final

Después de más de cinco años de lucha y de haber perdido la guerra, todos los implicados quedaron muy tocados, pero muy unidos. Los padres de la criatura fallecida tardaron años en normalizar su vida, si es que alguna vez la han normalizado, y visto en retrospectiva, les ayudó mucho que les permitieran acudir juntos a los servicios religiosos.

Esto debería hacernos pensar, cuando prestamos ayuda es pensando en las necesidades de las personas a las que ayudamos y no en lo que nosotros pensamos que debería de ser. Algunas veces las personas que necesitan ayuda, tienen creencias religiosas o costumbres diferentes a las nuestras, o incluso que a nosotros nos incomodan. Pero la ayuda la prestamos a seres humanos, tengan las costumbres que tengan.

Recomendaciones para cuidadores de larga duración:

1º Solicita la participación de otros familiares en los cuidados y estancia.

2º Aprende a decir NO para evitar situaciones de abuso.

3º Cuídate, recuerda que tú eres el vehículo en el que viaja la persona a la que cuidas y tienes que estar en perfecto estado, es decir, evita el aislamiento, procura ejercer alguna afición, práctica algún deporte, descansa lo suficiente, sigue practicando tu religión o tu filosofía espiritual, evita las situaciones reales o ficticias negativas, si tienes que ver una película que sea de risa y no de crímenes guerras o dramas.

¿Me la cuentas?

Por desgracia todos hemos pasado por situaciones similares por nuestras responsabilidades ineludibles, y nuestra experiencia bien sea para emularla o para evitarla puede ser provechosa, para otros ¿me la cuentas? Puedes hacerlo en comentarios o por el correo privado.

Gracias por tu atención.

Si te ha gustado mi post, ¡compártelo!
error

¿Te está gustando mi blog? ¡Compártelo con el mundo!